SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

La ganancia del empresario. Composición del capital y sus efectos.-

La ganancia del empresario es parte de lo que el trabajador entrega a cambio de su salario. La diferencia entre lo que el trabajador entrega con su trabajo (el valor nuevo que crea) y lo que recibe como salario, no se la queda entera el empresario, puesto que tiene que restarle lo que ha de entregar al Estado (impuestos, Seguridad Social), al Banco, en su caso, etc.

Por eso se distingue entre plusvalía (todo lo que se le saca al trabajador, vaya a donde vaya), y ganancia (lo que se queda realmente el empresario).

El capital se invierte, parte en medios de trabajo y parte en salarios. Con lo invertido en medios de trabajo, el empresario no gana nada (ya vimos que lo que hacen es reaparecer en el producto, pero con el mismo valor). Esto es así, pero también es cierto que es una condición necesaria para poder sacar la ganancia de la parte invertida en salarios.

Ambos tipos de capital, el que reproduce su valor en el proceso de producción (por eso se le llama capital constante) y el que aumenta su valor en el proceso productivo (capital variable), se combinan en proporciones que no son caprichosas, sino que obedecen a una lógica material, técnica. Para fabricar tantas toneladas de jabón al año hacen falta un número determinado de millones invertidos en la nave, la maquinaria, la materia prima, el mantenimiento, etc.; y para poner en funcionamiento ese proceso de trabajo concreto hacen falta un número de trabajadores preciso y con una calificaciones precisas. Esta proporción física, técnica entre materiales y trabajadores se corresponde, materialmente, con sus costes correspondientes. A esto se llama composición del capital.

Hay procesos de producción con una alta composición del capital (mucho capital en medios de trabajo en comparación con el invertido en salarios), como las obras públicas, donde la maquinaria es costosísima; y otros tienen una baja composición (una empresa quesera artesanal).

Hay que recordar otra vez que la única parte del capital que produce plusvalor es la invertida en salarios.

Esta precisión al empresario no le parece muy importante, dado que para él significa lo mismo el dinero invertido en medio de trabajo que el invertido en salarios. A él lo que le interesa es la proporción entre lo que invierte en total y lo que obtiene en limpio. O lo que es lo mismo, lo que obtiene por cada peseta (euro) que invierte. A esta proporción se la conoce como tasa de ganancia. La ganancia total, la masa de ganancia saldrá de multiplicar esta tasa por el número de pesetas (euros) invertidos.

El empresario tenderá a invertir donde se dé la mayor tasa de ganancia. Todo el movimiento de capitales, dentro de nuestro país y en el mundo entero, persigue esa meta: la mejor tasa de ganancia posible.

La práctica no contradice esto. Cualquier empresario diría que él busca la mayor tasa de ganancia, sin necesidad de haber estudiado tantas cosas, sin tanta teoría. Recordemos, sin embargo, que hay muchos grados de conocimiento, según vimos con el ejemplo del niño y el fuego. Un empresario medio puede, individualmente, tener un conocimiento elemental de los movimientos del capital, los expertos de los grandes capitales serían en este caso como el químico, en el ejemplo del fuego y el niño.

El movimiento obrero necesita, a su vez, conocer bien al que hasta aquí hemos llamado “el enemigo”. El comportamiento de éste no es caprichoso, obedece a unas leyes, a unos principios, que sólo el camino de la ciencia nos ayuda a desvelar.

El capital no es un objeto, como vamos teniendo ocasión de descubrir. El capital es una relación social, una relación social en que una parte es el trabajador. El capital, por tanto, no tiene vida propia, independiente, sus movimientos van íntimamente ligados a los trabajadores y al movimiento obrero. Solo el juego de las apariencias lo hacen aparecer como autónomo, como independiente, moviéndose con fuerza propia.

Estos grandes movimientos de capital obedecen, a dos principios o tendencias.

Una de las tendencias viene referida a la búsqueda constante de una mayor productividad del trabajo con la finalidad de abaratar el producto, y ganar más mercado por parte del empresario que lo consigue al producir más mercancías por cada hora de trabajo, al repartirse el valor entre más unidades producidas, éstas resultan más baratas.

La otra tendencia tiene el mismo origen (la mayor productividad del trabajo), pero el efecto es el contrario. Para hacer más productivo el trabajo se hace necesario utilizar maquinaria más compleja, con tecnología más avanzada, y por lo tanto, más costosa. La consecuencia es que aumenta la parte del capital que no produce plusvalor, y por ello mismo rebaja la tasa de ganancia. No obstante, una tasa de ganancia menor, se puede conseguir el aumento de la masa de ganancia, con la condición de que se aumente considerablemente el capital invertido (se gana muy poco por cada euro invertido, pero se compensa con la gran cantidad de lo que se invierte).

El mismo empuje hacia la consecución de una mayor productividad del trabajo que abarate la mercancía producida y hace ganar mercado, tiene la consecuencia de hacer mayor la composición del capital (medios materiales cada vez más costosos en comparación con lo invertido en salarios), con lo que disminuye la tasa de ganancia, pero se compensa con la gran masa que se obtiene (cada vez se gana menos por euro invertido, por lo que hay que invertir más euros, lo que hace a su vez que se gane otra vez menos por euro invertido).

La consecuencia de este constante movimiento (más inversión en medios para obtener una mayor productividad, lo que lleva a la disminución de la tasa de ganancia, lo que lleva a más inversión para contrarrestar esta disminución de la tasa) es doble:

Acumulación del capital, mayor cantidad de capital invertido, mayor masa de ganancia obtenida al aumentar el producto vendido (aunque por cada producto se gane menos). Para ello los capitales se incrementan con el plusvalor obtenido. Cada vez son mayores.

Centralización del capital. Para realizar las enormes inversiones necesarias para, por ejemplo, construir una gran central hidroeléctrica, un tren de alta velocidad, se reúnen un gran número de capitales individuales y se someten a un acuerdo común. Se centraliza su control.

Pues bien, todos estos movimientos que el capital, en su funcionamiento global impone a todos y cada uno de los capitalistas particulares, nos hace aparecer a estos últimos como representantes del capital global, como sus funcionarios. Lo que vemos como un ansia personal de ganancia ilimitada en el capitalista particular, no es sino la exigencia incondicional de seguir el paso al movimiento general del capital. Es lo que se llaman las reglas del sistema. Aquí no juega, la cultura, la religión, la moral particular del empresario. Por simpático, generoso, ético, religioso que sea el capitalista, en el cumplimiento de su función de empresario ha de observar los principios esenciales del funcionamiento del capital, o desaparece del escenario.

Los dueños de esclavos, en su día, y los señores medievales (monarcas, nobles o Iglesia), respecto a sus siervos guardaron rigurosamente las reglas de su sistema. Algunos de ellos eran filósofos (cuya sabiduría todavía brilla en nuestros libros y nuestras universidades), arzobispos, cardenales, santos, poetas, etc. Todos ellos guardaron y sobre todo, hicieron guardar lo esencial de su sistema: al trabajador se le entregará, de lo que él ha producido, sólo la parte necesaria para su reproducción; el resto nos lo entregará para que nosotros dispongamos.

Este funcionamiento global del capital (en círculos concéntricos –nuestro país, Europa, todo el mundo-), se presenta en forma de mandatos salidos de los centros de decisión correspondientes (Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial, Bolsa de Nueva York, Banco Central Europeo, Gobierno del país, etc.). Estos mandatos vienen a ser el marco dentro del que necesariamente se ha de mover el capitalista (son los llamados datos macroeconómicos ganancia media de la Bolsa, interés del dinero, previsión de marcha de la economía de los principales centros de decisión empresariales).

A la vista de estos marcos generales, el empresario ha de contemplar las barreras más cercanas que le estrechan el camino a seguir. El salario del convenio colectivo del sector, la jornada señalada en el mismo, etc., etc., son otras tantas condiciones generales que vienen impuestas como exigencias del sistema. Las decisiones y los datos en base a los cuales va decidiendo el día a día el empresario se le conoce como la microeconomía.

Nuestro movimiento obrero, por lo tanto, no tiene enfrente al empresario de nuestro país, sino a todo un sistema económico, profundamente enraizado en lo que se llama el mundo occidental (Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón, Australia), y ampliamente extendido por el mundo entero.

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